Nosotros, los viajeros desarraigados

Nos llaman locos, nómades, outsiders. Somos los incomprendidos, la mayoría no entiende por qué elegimos irnos… Rompemos estructuras, paradigmas, vamos en busca de nuevos rumbos y aventuras.
Estar en movimiento se vuelve adictivo, hay tanto mundo por recorrer y culturas por conocer, que parar se hace difícil. A nosotros no nos gusta estar quietos, no nos gustan la rutinas
¿Y si nuestro lugar en el mundo fuera no tener un lugar? Y si nuestro destino fuera vagar incansablemente?
Es la dificultad de los nómadas, echar raíces y plantarse en un lugar.
Los que lo ven de afuera pueden pensar que somos afortunados, pues nos damos la posibilidad de recorrer nuevos países cada vez que podemos.
Más viajar también tiene su lado B. Estar lejos es difícil, claro que se extraña, la familia, los amigos, las charlas. Aprendemos a estar solos y convivir con lo mejor y lo peor de nosotros.
Las despedidas pasan a ser moneda corriente y los vínculos mucho más intensos.
Y si, claro que no siempre es fácil, más eso es lo que nos hace mas fuertes. Y ese es el precio que pagamos, por seguir nuestros sueños, por buscar nuevos horizontes. A veces no nos sentimos parte de ningún lado y a la vez nuestro corazón queda un poquito en cada lugar que pisamos. Dejamos de recordar en fechas y años y recordamos en anécdotas, países, amigos…
Y así y todo, aunque nos crezcan las pérdidas y los agujeros, volveríamos a elegirlo una y mil veces más, porque con cada aventura, con cada experiencia, se nos agranda el corazón, nos volvemos más empáticos, mas abiertos.
Porque la riqueza que te da viajar e intercambiar con otras culturas, es impagable.
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